martes, 2 de noviembre de 2010

EL MÁS SI OSARE




EL MÁS SI OSARE

Anécdota

   El pueblo mexicano, tiene por costumbre rendir honores a nuestra enseña nacional, recordando a todos aquellos héroes que nos dieron, patria, libertad e identidad..., de acuerdo al capítulo cuarto del uso, difusión y honores a la bandera nacional, en un artículo, establece que en festividades cívicas o ceremonias oficiales en que esté presente la bandera nacional, deberán rendirse los honores que le corresponden en los términos previstos en esta ley y los reglamentos aplicables; honores que consistirán en el saludo cívico simultaneo de todos los presentes.

Pues bien transcurrían los años 50’s, a la ciudad de Nazas, Dgo, llegó José de Jesús, supervisor de escuelas primarias rurales, correspondientes a esta región escolar; la intención de su visita era evaluar los aprendizajes de los alumnos y la forma de enseñar de los maestros en el sistema educativo, deseoso estaba de conocer al maestro Ramón Zúñiga, originario de San Pedro del Tongo, del municipio de Nazas, Dgo., quien tenía un año de servicio en la docencia, José había escuchado de su gran desempeño en la enseñanza con los alumnos y el trato con los padres de familia, además se encontraba impartiendo clases en la comunidad de San Miguel de los Muertos, del Municipio de Nazas, Dgo., José de Jesús era uno de los hombres que cumplía con su trabajo de supervisar, los planteles educativos que estaban a su cargo como lo hacen todos ¡Ajaaaaa!. ¡Es cierto! ¡Ajaaaa!.

Sabedor de la llegada del supervisor el domingo por la mañana, inmediatamente el profesor Ramón Zúñiga, comisionó a un padre de familia, para que fuera por el supervisor a Nazas, llevando consigo un burrito extra para transportar a aquel visitante, en su trayecto de la capital al pueblito, el inspector admiraba la variedad de flores, sus colores y su esencia; el vaivén de las ramas de aquellos gruesos y enormes sabinos y sauces llorones que parecían que deseaban entrelazarse con sus propias ramas, dando cobijo a los pájaros que con sus cantos hacen trinar música alegre para los oídos, deleitando con melodías a todos los caminantes; al llegar a su destino ofrecieron una cena en honor a aquel personaje; Ramón Zúñiga, más por las atenciones que se le estaban brindando al supervisor, estaba preocupado de cómo sería su forma de inspeccionar, había escuchado de su exigencia estricta para desempeñar su función. Terminada la cena y charlar por buen rato, los padres de familia, aprovecharon para plantearle las necesidades de la escuela; llegada la hora para “la meme” cada quien se retiró a su casa. A Jesús le sobraban lugares para ser hospedado, sin embargo, optó por ocupar la casa en la que se encontraba radicado Ramón.


Se llegó el lunes, día en que se realizaba honores correspondientes a nuestra bandera, mientras que Román llenaba una papelería requerida por el galeno, Jesús se hacía cargo del alumnado en el patio de la escuela, demostrando su gran gala de sabedor, comentaba a los alumnos de la importancia de cantar el himno nacional mexicano, cuándo y por quién se compuso, aquel mentor se expresaba con gran gallardía, los alumnos tenían los ojos como los focos de los volkswagen, bien abiertos y saltones.

Después de su sermón les dijo a los escolares: ¡Pues bien hijos míos! Ya saben de lo importante de cantar con alegría y con el corazón en la mano; a la cuenta de tres iniciamos a cantar nuestro himno nacional mexicano:
-Una, dos y tres,-  sorprendido Jesús, al darse cuenta que no respondían, intentó nuevamente. A ver muchachitos, otra vez a la cuenta de tres, una, dos y…, era tal su desconcierto que el supervisor sentía la defraudación por parte del profesor Ramón, molesto se dirigió inmediatamente, hacía aquel maestro del que escuchó maravillas y que ese día aun no iniciaba en lo académico, -claro estaba para él- pensaba que si los alumnos no sabían cantar el himno; en lo académico, estarían completamente bajos. Su molestia se le notaba hasta por los codos, llegó con el educador y le dijo:

-Profesor Ramón-¿Cómo es posible que los alumnos no sepan cantar el Himno Nacional Mexicano?
-Es lo principal en la realización de los honores a la bandera.
-¡Todos los lunes¡ ¡Me ha defraudado!
-¡Había escuchado cosas muy buenas de usted!
-¡La gente se ve que está muy a gusto con su desempeño!
¡Pero cómo es posible que no demuestre amor a la patria, a su país!

Era tal su enojo que no le daba tiempo a Ramón de explicarle; sus gritos eran escuchados por los niños, esos pequeños que minutos atrás estaban anonadados por los conocimientos del supervisor, ahora estaban asustados por su carácter recio y fuerte. José, logró calmarse, después de haber puesto a Ramón como camote morado.

-Permítame, dijo aquel enseñador de palabras –vamos al patio. El supervisor, le hacía una cara a Ramón que no daba crédito a su incapacidad para educar. Ramón pega un grito a los alumnos.

-¡Aaaaaaatención, firmes!

En ese momento los alumnos como soldaditos militares, quedan inmóviles, como si les hubieran dicho. ¡Están congelados!
Sorpresa del supervisor al observar la actitud de los niños. Ramón grita nuevamente.
-¡m’ijitos, a la cuenta de tres vamos a cantar el “Más si osare”, una, dos y tres!, los alumnos inmediatamente empezaron a cantar.






Mexicanos, al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón,
y retiemble en su centros la tierra
al sonoro rugir del cañón.

Ciña ¡oh patria! Tus sienes de oliva
de la paz el arcángel divino,
que en el cielo tú eterno destino
por el dedo de dios escribió.

Más si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡oh patria querida! Que el cielo
un soldado en cada hijo te dio….

El supervisor, quedó más sorprendido, cuando los niños cantaban al unísono el himno nacional mexicano, su voz era clara y bien definida. No daba cuenta alguna, el rostro se le caía de vergüenza, no encontraba palabras para pedirle disculpas al profesor Ramón; el carácter de hombre recio, se doblegó, solicitándoles perdón a los alumnos y a los padres de familia que se encontraban cerca de ahí que por curiosidad se acercaron. José de Jesús, para no quedar con la duda, le preguntó al profesor Ramón.
¿Porque los alumnos lo reconocían como, “Más si osare” y no como himno nacional?
A lo que el Profr. Contestó:
-¡Los propios alumnos son los que me han enseñado la forma de vida!
-¡He aprendido mucho de ellos y cuando lo cantamos por primera vez, les llamo -la atención “Más si osare”!.
Por lo que ya los alumnos quedaron acostumbrados a esta palabra.
-¡Chin! dijo José.
¡Esto me pasó por querer hacer sentir a los maestros que yo se más que ellos!, sin saber que de los alumnos aprendemos mucho.




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